Abu Omar Yabir Al Garnati
La Alquimia y la Medicina, han mantenido siempre una estrecha relación de contenidos. Ambas ciencias, cada una en su terreno, se han ocupado de un modo preferencial de la Salud Humana pese a que sus criterios nunca fueron coincidentes. Esto demanda una explicación razonable y coherente ahora que la Espagiria, hermana menor de la Alquimia y ciencia hermética como ella, comienza a resucitar con creciente éxito en los círculos de las Medicinas alternativas de Europa.
Mientras que la Medicina debe su nombre y su existencia a los "medos" o persas, las ciencias de la salud derivadas del paradigma egipcio, el antiguo país de Kemi o de la "tierra negra", desarrollaron el término "kémico" o su forma latinizada "chémico" para adjetivarse
Ciencias "kémicas, epíteto al que los árabes prestarían su artículo para convertirse en "al-kémico", de donde naturalmente proviene el sustantivo "alquimia". Ambos términos, "medicina" y "alquimia", tuvieron pues en principio una semántica común y sin embargo sus presupuestos y pilares fueron siempre completamente distintos e incluso radicalmente opuestos. Mientras que el paradigma persa o "medico" se decantó, en absoluta coherencia con el dualismo tradicional iranio, por la curación por medio de la oposición de contrarios (el calor se quita con el frío y el frío con el calor), el paradigma egipcio o kémico, desarrolló un sistema basado en la curación por lo semejante al que se llamó también medicina simpática, ley de las signaturas y a partir del siglo XVIII , homeopatía.
Durante la Edad Media, ambas escuelas de pensamiento perviven y desarrollan sus métodos tanto en el mundo cristiano como en el musulmán, y será a partir del siglo XVI cuando en la Europa del Renacimiento se adopte definitivamente y como herencia romana al paradigma médico" como al oficialmente reconocido como científico, reduciendo a la vieja "al kimiya" a la categoría de pseudo ciencia, y lo que es peor, se la incluye en el índice de las ciencias malditas.
Los aconteceres de la Historia han hecho que hoy, el término "alquimia" se aplique tan solo a una ciencia cuasi mítica y legendaria , empeñada en transmutar metales innobles en oro y prácticamente despojada de toda la dimensión que antaño tuvo como "ciencia de Salud". Sabemos empero, que como ocurriera en los tiempos remotos del Egipto faraónico, el paradigma kémico gozó de gran predicamento y del apoyo de los poderes públicos durante la mayor parte del período andalusí. Efectivamente, uno de los momentos históricos más felices para la vieja Alquimia, fue durante los siglos dorados de la hegemonía islámica . . Lógicamente, la búsqueda del Conocimiento (maarifa) como imperativo coránico, junto con la tendencia al Unitarismo (tawhid), una de las características doctrinales del Islam, conforman dos potentes motores que fueron capaces de animar la expansión del Islam medieval y que explican en gran medida, la política de recopilación de tradiciones y manuscritos que impusieron muchos de los califas. Posiblemente, el unitarismo doctrinal que emanan las escuelas de pensamiento egipcias de la Alejandría helenística, debió enamorar a los musulmanes, , de modo que , no sólo protegieron a estas escuelas, sino que las islamizaron rápidamente conectándolas con otras corrientes de pensamiento, supervivientes también del paradigma kémico y que se mantenían vivas en algunos lugares de Oriente Medio.
Con el Renacimiento, el viejo paradigma kémico, sufre la persecución de la intolerancia, los kémicos moriscos (hakim) que se habían formado en las escuelas y universidades de Al Andalus, especialmente en Granada, continuaron ejerciendo su profesión durante algunos años más tras la conquista de la ciudad nazarita, pero su ciencia, desprovista ya de la legalidad del Estado cristiano, , quedará proscrita y desprestigiada en la mayor parte de los casos. Técnicas tan sofisticadas como la de las almácigas o atramentos, tintas medicinales confeccionadas según la ciencia espagírica y que se utilizaban para escribir sobre un papel caracteres y cifras calculados con complicadas técnicas , para ser desleídos después en agua o , suero lácteo o en vino, fueron prohibidas y perseguidas por considerar (según consta en varios procesos inquisitoriales)que con los dichos caracteres se invocaba a Mahoma y a los demonios. Esta técnica sofisticadísima de la almácigas, terminó ya desvirtuada y desprovista de su original rigor científico (téngase en cuenta que unía en un mismo proceso la precisión de las diluciones decimales, , las microdosis y el concepto de onda de forma tal y como hoy lo concibe la Homeopatía y la Radiónica) formando parte del arsenal de brujos y curanderos rurales que incluso en nuestros días escriben en un trocito de papel oraciones cristianas para que los pacientes las ingieran desleídas en vino o en agua. Algo parecido ocurrió con los "sahumerios" aplicados tras el "hammam" o baño de vapor, que fueron considerados como sospechosos de ser rituales de brujería y de invocación a los diablos, cuando en realidad se trataba de una magnífica vía de aplicación de las propiedades más volátiles de ciertas plantas medicinales.
La fabricación misma de los remedios según las técnicas de la fermentación y el destilado tras la captación del Espíritu Universal por medio del rocío del mes de Mayo, que era la base operativa de la Espagiria, corría serio peligro de perderse tras el terrible envite de la intolerante ignorancia. La intervención afortunada de un rey, logró empero salvar una vez más a la Tradición hermética del destierro y del olvido. Felipe II enamorado de la Alquimia y por ende de su hermana menor, la Espagiria, logró con la preciosa colaboración de Arias Montano, su bibliotecario, no solo recuperar gran cantidad de obras alquímicas y espagíricas escritas en árabe y en hebreo y procedentes de las expoliadas bibliotecas de Al Andalus, sino que también se supo rodear de alquimistas y espagíricos moriscos con los que fue convirtiendo el misterio de la fabricación de los antiguos remedios espagíricos en la confección no menos misteriosa , de benditos licores medicinales a cuya esmerada fabricación se aplicaban frailes. ¿De que mejor manera podría ocultarse parte de la ciencia kémica de los musulmanes, sino entre bebidas alcohólicas y monjes?.
La persecución de la Espagiria en el resto de Europa, si bien fue en apariencia más discreta, no dejó sin embargo de hostigar a los espíritus más inquietos del Renacimiento. Giovani Pico de la Mirándola, Láscaris, Alexander Sheton y desde luego el gran Paracelso, sufrieron cada uno a su manera los ataques de la estulticia institucional. Pese a lo que suelen decir las biografías modernas, el verdadero iniciador de Paracelso en las ciencias kémicas, no fue el abate Tritemio, con el que ciertamente estudió en su juventud, sino Solimán Trismosin, un alquimista de origen granadino, como tantos otros desterrado en Estambul. Fue precisamente allí, en la antigua Constantinopla , donde Paracelso fue iniciado.
También Nostradamus, el misterioso vidente, estudió en secreto la ciencia kémica en libros andalusíes, libros que por cierto le rindieron el secreto de dos poderosas plantas, el "inquietante harmel" y el mágico "ajenuz".
El término "espagiria" al que nos venimos refiriendo, fue acuñado por el propio Paracelso en referencia directa a los vocablos griegos "spao" (separar) y "ageirein" (reunir) y nos lleva directamente al apotegema fundamental de del paradigma kémico y por tanto de todas las ciencias herméticas : "solve et coagula", esto es: disuelve y cuaja, imperativos que definen a los dos estados polares de la materia: Sulphur y Mercurius.
Podríamos definir al Mercurius como al estado de máxima disolución a que tiende el Sulphur, y a este como al estado de máxima densidad a que tiende el Mercurius. Como puede adivinarse, ambos polos extremos de la materia conforman un todo dinámico.
Una misteriosa fuerza a la que los alquimistas llaman "espiritus mundi universal" "baraka" "ruh" o simplemente "dynamis", empuja irremediablemente al estado "sulphur", llegado al máximo de coagulación posible, hacia la disolución, hacia la pérdida paulatina de toda cohesión, hacia el Caos. Esta entropía, empero, se halla compensada por un proceso contrario que anida en lo más íntimo del estado mercurial y que se comporta como el principio de coagulación. Si al extremo mercurial le llamamos Muerte, al extremo sulfúreo habremos de identificarlo con el nacimiento, de modo que cada uno de los dos extremos presenta en lo más íntimo de su naturaleza, una irresistible querencia hacia el polo contrario. Podría decirse sin herir a la verdad, que en el seno del Mercurius habita el germen del sulphur y que en el corazón del sulphur se halla el primer ente del Mercurius, ley universal que explica la dinámica de toda la Creación y que en el caso del drama humano se traduce en la certeza de que vida y muerte forman parte de un único y nec8esario proceso, de una cadencia, de una simetría dinámica impuesta por el mismo Espíritu Universal desde el principio de los tiempos.
Los estados extremos que acabamos de definir, se completan con un tercer elemento al que Basilio Valentín dio el nombre de "Sal". El estado salino es por definición un estado intermedio, producto del choque violento entre el sulphur y el mercurius. La sal tiene a su vez la propiedad de detener temporalmente la dinámica del espíritu Universal apresándolo en una suerte de red o malla cristalizada. El fenómeno de la cristalización fue por eso, estudiado con especial atención por espagíricos y alquimistas, habida cuenta de que suponía por un a parte un instrumento natural capaz de frenar la entropía y por tanto capaz de alargar la vida física y por otra un modo de manipular informaciones energéticas altamente sutiles e incluso de atrapar en la red adecuada al mismísimo motor del Universo: el Espíritus Mundi.
Los sistemas terapéuticos desarrollados a partir de una tal cosmogénesis, como fácilmente puede comprenderse, difieren de forma radical de aquellos a los que nuestro mundo nos tiene acostumbrados. Los propios conceptos de Salud, Enfermedad, Nacimiento y Muerte, cobran en el contexto de la Espagíria una semántica bien distinta y se insertan en una escala de valores diferente. Para el espagírico lo fundamental es establecer la situación correcta del paciente en el vector sulphur-mercurius, es decir en el vector coagula-solve o mas claramente expresado: en el vector nacimiento-muerte. la ciencia kémica establece varios métodos y sistemas capaces de determinar ese estado sulphur-mercurius, esa "edad biológica" que nos interesa y que determinará el "temperamento activo" del paciente. La observación de las leyes herméticas, la Astrología y otros recursos de la Espagíria, determinan , a su vez, el patrón físico y mental hacia el que se debe tender en cada caso para obtener la curación.
Sabedor el espagirista de que el conjunto de fuerzas o modulaciones del Espíritu Universal que actúan sobre su paciente es el mismo que actúa en toda manifestación de la Naturaleza, se aplicará en seguida a utilizar esas mismas fuerzas para la confección de su remedio haciendo uso de la ley de las signaturas y de la aplicación del Algebra sagrada. Un procedimiento al que llamamos "ritmificación" ajustará la dosis y la frecuencia del remedio al diapasón biológico del paciente y al ritmo conveniente del sol y de la Luna. Este ajuste a los ritmos del Universo es de especialísima importancia en nuestra ciencia, tanto a la hora de aplicar un preparado como a la de confeccionarlo. En realidad, la ritmificación no es sino la expresión consciente de la Simetría, y por ende, la alineación consciente con el Nous u Orden frente al Caos o tendencia entrópica. Exactamente el mismo sentido tiene el ordenamiento del tiempo sagrado respecto a la posición del sol en las plegarias rituales del Islam y en algunas fiestas del antiguo calendario cristiano. En este sentido, podríamos decir que rezar es ritmificar el espíritu del hombre, ordenar el alma y la voluntad con el Nous y frente al Caos, de modo que , visto así, el afirmar el rol espiritual y el carácter sacerdotal de la espagiria como Teurgia, cobra todo su sentido.
El desarrollo de esta forma de acercarse a la Naturaleza, de esta manera de redimir a la propia muerte integrándola en el proceso Solve et Coagula , supone la aplicación de una Ciencia con Consciencia, alejada de la prepotencia tan característica de lo que hoy dispensan Escuelas y Universidades.
Aunque pudiera parecer increíble, el hilo de la tradición de la auténtica Espagiria entendida como arte de curar, no se ha roto nunca. Su vieja filosofía unitarista que parte de un solo estado de salud frente a una sola Enfermedad, sigue vigente en la práctica de algunos, no muchos ciertamente, profesionales y vuelve a levantar la cabeza y a emerger (no sin dificultad) de los oscuros antros en los que había sido recluida. Desde hace unos años, el laboratorio Sothis se hace heredero de la tradición espagírica andalusí y saca a la luz de nuevo, remedios espagíricos elaborados tal y como se hacía en la Granada islámica. Los métodos terapéuticos, la paciente y artesanal elaboración de triacas , arcanos y magisterios, la recogida en Mayo del Rocío cargado de espíritu universal en los pies de Sierra nevada, se conjugan ahora con los instrumentos de investigación modernos siguiendo así fielmente el camino que los avatares del destino frenaran en seco hace ya cinco siglos.
La iniciativa de Sothis fue seguida dos años más tarde por el laboratorio Heliosar que de la mano de la casa alemana Phinter en un primer momento, y de forma independiente últimamente, trata de retomar la tradición de la escuela paracélsica tal y como vienen haciendo los laboratorios espagíricos de Alemania, Suiza e Italia.
La vieja Espagiria, en fin, , en sus diversas escuelas, hijas todas, eso sí, del mismo paradigma, comienza a desperezarse y a tomar carta de naturaleza en nuestro país.
Almadrasa, la escuela de Espagiria andalusí con sede en Granada y muy cercana al círculo de Sothis, se prepara para abrir sus puertas a la transmisión de la vieja Ciencia. El "Gremio de espagíricos Ibéricos", se constituye en San Sebastián como asociación profesional alejada de los diplomas para universitarios, de los enseñanzas academicistas y con la sencilla intención de establecer, como antaño, la nobleza del oficio y el bienhacer del artesano frente a la arrogancia del doctorado y frente a la banalidad del artista. .
Otras escuelas vienen impartiendo en algunas ciudades españolas cursillos y seminarios de iniciación a la Espagiria, tal es el caso también del llamado grupo S. E. I. S. (sociedad de estudios e investigaciones spagyricas) propiciado por el laboratorio Heliosar.
Pero no todo son rosas en esta historia recuperada , pues como podría esperarse, nuestra ciencia no se salvará de la triste caterva de oscuros personajes que desde las madrigueras de la mediocridad saldrán como legión de falsos profetas a enseñar lo que nunca supieron, a engañar a las buenas gentes con mil trucos y falacias y en fin a mancillar a nuestra Ciencia con impurezas exóticas y batiburrillos de eclécticas consignas. Deberemos estar avisados a la hora de discernir al verdadero espagírico del charlatán soplador. Pese a todo, los caminos están trazados en nuestra piel de toro y si Dios lo permite, se configurará de nuevo la Tradición con toda su fuerza. Todo ocurrirá tal y como deba ocurrir.
El resurgimiento hoy del paradigma kémico-andalusí del que bebiera el mismo Paracelso, no podía darse ni en los ambientes de mediocridad y visionarismo oportunista a los que acabamos de aludir, ni en las aulas de la decadente Técnica (que no es Ciencia) pequeñoburguesa. ¿Cómo habría de estar la más sagrada de las Ciencias entre los despojos del orgullo y la locura de quienes creen poder prescindir del Único Señor?
No, nuestra espagiria debía resurgir con vocación artesanal, en la sencillez sabia de los gremios y maestrías y no entre diplomas y vanaglorias.
Los viejos instrumentos salen de nuevo a la luz tras casi quinientos años de forzado silencio. Habrá ¿qué duda cabe? otras inquisiciones, otros intereses oscuros, otros verdugos con otros disfraces, e incluso no faltarán, ya lo hemos dicho, como ocurriera en tiempos pasados, quienes oculten sus falacias tras el nombre de nuestra Ciencia llevados por la ambición, el rencor o la envidia, pero de una u otra forma, en tiempos de penuria o de abundancia, la transmisión de las Ciencias de Hermes no se romperá nunca, tal vez porque sus leyes están escritas a fuego en el corazón de los hombres.
Abu Omar Yabir.