Había estado hace años, de paso a Tíbet, y había vivido imborrables experiencias, pero aún quedaba mucho por descubrir. Estoy de nuevo en Nepal, en Boudanath, en el barrio tibetano de Katmandú, y hoy, 13 de Abril de 2015, resulta ser el fin de año Nepalí; entramos en el 2072 según su calendario. Debería ser fácil escribir sobre este viaje, está siendo bonito, intenso, auspicioso. Obviamente recuerdo el viaje anterior de hace 11 años, tan distinto, cuando todo comenzaba: el amanecer en Lumbini dónde Buda nació, Katmandú desierto por las huelgas y los toques de queda, y la paz y armonía del barrio tibetano y de la estupa de Boudanath. Entonces era todo más inocente; ahora hay más tranquilidad en mi alma y más agradecimiento a todo lo que vivimos en este viaje.
Nepal está repleto de lugares sagrados y de gestas mitológicas. Es llamado la tierra de los místicos, pues todos los maestros que fueron a Tíbet, pasaron por aquí, que Padmasambhava se iluminó en una cuevita en Pharping, y el mito cuenta que voló en Jinas al Tíbet a difundir el Budismo. El mismo Buda nació en Lumbini, cerca de la frontera con India; Nagarjuna también en Nepal, recibió el Prajnaparamita, texto fundamental del Budismo Mahayana. Y en el hinduísmo, Valmiki, escribe el Ramayana también en Nepal. Así que esta tierra está repleta de lugares mitológicos, dónde Dioses, Budas, Sabios y Maestros realizaron gestas épicas en tiempos pasados. Muchos maestros propios, del Tíbet o India pasaron, enseñaron y vivieron en Nepal.