Por Rafael Navarro[embed=videolink]{"video":"","width":"400","height":"225"}[/embed]
Siempre nos quedará Ladakh: es el último rincón del paraíso perdido de Shangri-La. Ladakh formaba parte de Tíbet, entregado a India para evitar que cayera en manos invasoras en 1950. India lo recibió con las manos abiertas, con la promesa de devolverlo en el futuro a los tibetanos.
Sigue siendo un trozo de Tíbet en la parte más occidental de los Himalayas, en una región muy especial, con una altura media de 3.000 metros, cruce de muchos países y muchas culturas: India, Tíbet, China, Paquistán y algunos otros al norte. Siendo también la cuna del budismo tántrico tibetano y del budismo mahayana.
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