Todas las culturas que han tenido que ver con el arco han desarrollado, de forma más o menos elaborada y ritual, tanto una arquería espiritual, como un entorno espiritual para el arquero: técnicas, símbolos, arquetipos y pautas para alcanzar estados mentales y psicológicos, de tal forma que fueran idóneas para el tiro, y un eje de vida. El mejor ejemplo, pero no el único, es el tiro sacerdotal japonés. Estas tradiciones tienen la ventaja de ser un método aquilatado por el tiempo y la experiencia, pero son también formas rígidas que permiten pocos cambios y adaptaciones, y por ende no son parte de nuestra cultura, permitiendo poco a la experimentación más allá de la jerarquía.
Nuestra cultura, tal cual es hoy, ha recibido diversas influencias en los últimos 200 años que nos permiten, con un pie en nuestra cultura y otro en todas las demás, y sin perder identidad, proceder a una reinterpretación de lo propio y ajeno, para buscar nuevos métodos de síntesis.
Así, la Arquería trascendental sería un método sincrético de tiro, basado en estados mentales y en la unidad técnica y geométrica que subyace a todas las formas técnicas.